martes, 3 de marzo de 2015

Apocalipsis 2 y 3 – Comunidades proféticas, de resistencia y mártires








Resumen:

En este ensayo ofrecemos una aproximación a las comunidades cristianas de los capítulos 2 y 3 del libro del Apocalipsis. En un primer momento presentamos la provincia de Asía Menor y su importancia como centro económico, cultural y religioso en los dos primeros siglos de la era común. En seguida destacamos algunas características de las siete ciudades donde se localizan las comunidades del Apocalipsis. Esto, por la importancia de la provincia de Asia Menor como centro de irradiación del evangelio y lugar de acogida de los y las cristianos/as en el primero y segundo siglo. En función de esto ofrecemos, a manera de síntesis, una aproximación al mundo social de estas comunidades, destacando sus características económicas, teológicas o religiosas en el enmarañado mundo administrado por el imperio romano. Las comunidades del Apocalipsis, geográficamente, tienen como vecinas a las comunidades de la dispersión, localizadas en las ciudades de Ponto, Galacia, Capadocia, Asía y Bitinia, las cuales son presentadas en las epístolas 1 y 2 de Pedro. También mencionamos algunas características del culto imperial romano y su centralidad en la imposición del modelo de la pax romana; de igual forma destacamos la participación de las mujeres en las comunidades y su contribución en la proclamación del evangelio.




Abstract

In this article we offer an approach to the Christian communities of chapters 2 and 3 of the book o rvelations. To begin we describe the province of Asia Minor and its importance as an economic, cultural and religious center during the first two centuries of the Common Era. Then we call attention to some characteristics of the seven cities in which the communities of Revelations were located. We do this because of the importance of the province of Asia Minor as a center of the spread of the gospel and a place of welcome for Christians in the first and second centuries. In keeping with this approach we will offer, in synthesis, a description of the social world of these communities, calling attention to the economic, theological or religious characteristics in the entangled world administered by the Roman Empire. Geographically, the communities of Revelations have as neighbors, the communities of Pontus, Galatia, Cappadocia, Asia and Bithynia which are presented in 1 and 2 Peter. We also mention some characteristics of the imperial Roman cult and its centrality in the imposition of the pax romana; in the same way we call attention to the participation of women in the communities and their contribution to the proclamation of the gospel.

Palabras Claves: Comunidades; literatura apocalíptica; martirio; persecución; imperio romano.


Introducción

En este ensayo ofrecemos una aproximación a las comunidades cristianas de los capítulos 2 y 3 del libro del Apocalipsis. En un primer momento presentamos la provincia de Asía Menor y su importancia como centro económico, cultural y religioso en los dos primeros siglos de la era común. En seguida destacamos algunas características de las siete ciudades donde se localizan las comunidades del Apocalipsis. Esto, por la importancia de la provincia de Asia Menor como centro de irradiación del evangelio y lugar de acogida de los y las cristianos/as en el primero y segundo siglo. En función de esto ofrecemos, a manera de síntesis, una aproximación al mundo social de estas comunidades, destacando sus características económicas, teológicas o religiosas en el enmarañado mundo administrado por el imperio romano. Las comunidades del Apocalipsis, geográficamente, tienen como vecinas a las comunidades de la dispersión, localizadas en las ciudades de Ponto, Galacia, Capadocia, Asía y Bitinia, las cuales son presentadas en las epístolas 1 y 2 de Pedro.

También mencionamos algunas características del culto imperial romano y su centralidad en la imposición del modelo de la pax romana; de igual forma destacamos la participación de las mujeres en las comunidades y su contribución en la proclamación del evangelio.

Asía Menor, una opción para la misión, un lugar para resistir

En el siglo I d.C., la provincia de Asís Menor se había transformado en un centro comercial de gran importancia para la economía del imperio. En esta región, que era también un importante corredor comercial y político entre el sur y el occidente, las comunidades del Apocalipsis fueron formándose, probablemente después de los años 70, dado que la predicación del evangelio habría empezado en las décadas de los 40 o 50 d.C.

Asia Menor, en términos de presencia cristiana, era una tierra fecunda para la aceptación del evangelio, y también era una tierra fértil para la minería, la medicina, la producción de perfumes, de ungüentos, de colirios, de sedas, de cerámicas, además de las aguas termales que hacían que esta región sea apetecible para la gente de clase alta, para disfrutar de los beneficios que la naturaleza ofrecía al visitante.

Más allá del desarrollo económico de la región y de la presencia de las comunidades cristianas, al final del siglo I e inicio del siglo II, había también una amplia y inconmovible presencia de templos, y muchas expresiones religiosas que incluía el culto imperial romano que floreció bastante en estos tiempos, especialmente con el (des) gobierno de Domiciano.

Este gran crecimiento de Asia Menor , y de casi todo el imperio, contrastaba fuertemente con la situación de los pobres, los que muchas veces vivían en situaciones muy ruines que incluso podían ser peores a la de los esclavos. La riqueza estaba en manos de la aristocracia, los latifundistas, ricos, productores y comerciantes.

En los estudios recientes es bastante común aceptar la idea de que los capítulos 2 y 3 del Apocalipsis habrían sido escritos en una fase posterior a los bloques 4-12 y 13-21. Siendo así, el libro comenzaría en el capítulo 4 con la celebración de la liturgia celeste, que presenta la visión del vidente Juan, cuando vio en los cielos una puerta abierta. Estos dos capítulos fueron aumentados para identificar a los destinatarios/as del libro, así como para mostrar una fuerte espiritualidad y mística de resistencia ante, al menos, dos enemigos fuertes y poderosos. El primer enemigo es el imperio romano; el segundo es el grupo de los judíos fariseos que mantenían una intensa presencia en la provincia de Asia Menor, y participaban en varios niveles de la administración del imperio romano. Con relación al imperio romano hay otros dos temas que afectan la vida de las comunidades cristianas. El primero de ellos es la imposición del culto imperial romano en las provincias del imperio y el segundo es el castigo y la persecución para quien no rendía culto al emperador.

Además de estos enemigos, las comunidades enfrentaron otro problema que era la presencia y penetración de falsos/as predicadores/as, como lo era los nicolaitas y la profetisa Jezabel, que trajeron otras enseñanzas y hacían otras exigencias para los convertidos/as. Esto creaba desconcierto, conflictos y dificultades al interior de las comunidades del Asía Menor.

En esta configuración, especial importancia tiene la ciudad de Éfeso, que es señalada como la ciudad sede de las comunidades cristianas que homenajean al apóstol Juan, mostrándolo como el gran patrono de las comunidades que estaban dispersas en estas siete pequeñas ciudades, algunas más importantes que otras.
Las cartas del Apocalipsis son dirigidas a una iglesia específica, luego, después de ser entregado el mensaje a esta iglesia, la carta gana contornos universales , en la medida que todas concluyen diciendo algo así como “escucha lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Aspecto destacado es que el direccionamiento a las siete iglesias debe ser entendido, a partir de la cabalistica, como un número simbólico, ya que es sabido que en la región de Asia Menor había, desde los viajes del apóstol Pablo, otras varias comunidades cristianas. Podemos afirmar que estas siete comunidades son representantes y prototipo de las otras comunidades dispersas por la región. La utilización del número siete es una forma de legitimar y, de cierta forma, consolidar la presencia cristiana en la región, y así dar cuenta de la extensión y expansión del cristianismo.

La aproximación a estos capítulos del libro se hace a partir de la constatación de una situación de violencia, opresión y persecución por parte del imperio romano. A esta situación adversa, las comunidades responden de forma clara y concreta. Las comunidades viven y muestran una espiritualidad de resistencia, de confianza en el mensaje del resucitado y una respuesta clara a partir de la fe de hombres y mujeres que se convierten en mártires de la fe cristiana, a pesar de los innumerables intentos del imperio por acabar con la propuesta cristiana e imponer el modelo de la pax romana.
Después de presentar a las comunidades, volveremos sobre el culto imperial y la presencia de las mujeres en el libro del Apocalipsis, especialmente en los capítulos 2 y 3.

Las siete cartas del Apocalipsis : Resistencia: Oigan lo que dice el Espíritu a las iglesias.

¿Cómo leer estos capítulos? ¿Siguiendo el orden como fueron organizados? ¿Eso es una primera lectura? ¿Es un orden de viaje siguiendo la ruta del mediterráneo? Estas preguntas dejan abiertas otras posibilidades de propuestas que también pueden ser consideradas en una lectura de las cartas dentro del gran esquema teológico literario del libro del Apocalipsis.

En nota de pie de página indico algunas de las propuestas sobre la organización y estructura de las cartas . Recojo una breve presentación de propuesta de lectura para estos dos capítulos . Estas propuestas ya tienen algún tiempo de haber sido formuladas, al igual que sus autores ya son conocidos.

Las 7 comunidades del Apocalipsis

En esta presentación sigo el esquema del orden como las cartas son presentadas en el libro. Evito indicar a partir de cuando el mensaje del evangelio llegó a la región del Asia Menor. Las probabilidades de que haya sido el apóstol Pablo uno de los predicadores en la región son bastante importantes, pero también están los misioneros o predicadores itinerantes, los/las compañeros/as del propio apóstol, entre otros/as.

Éfeso es una comunidad elogiada por su resistencia, fatiga y perseverancia; también por su acción contra los malvados, por haber puesto a prueba y desenmascarado a los falsos apóstoles y porque detesta a los nicolaitas . Éfeso era la mayor y más importante ciudad de la provincia del Asia Menor . Era también la ciudad más rica e importante de la región . Con las ciudades de Antioquia y Alejandría compartía el liderazgo en todo el oriente del imperio . Su población, a finales del siglo I de la era cristiana, llegaba casi a los 600 000 habitantes. Tenía puerto en el mar Ageo y en el mar Mediterráneo. Tenía también entradas que la comunicaban con el oriente. Era el principal entroncamiento terrestre y marítimo entre Asia y Europa. Era una ciudad que acumulaba riquezas y ejercía influencia sobre las otras ciudades de la región. Además de su importancia comercial, tenía importancia religiosa. En esta ciudad estaba el templo de la diosa Diana o Artemisa. Ella era la diosa de la fertilidad y de la fecundidad. Se dice que el templo de Diana era una de las maravillas del mundo antiguo. Allí se practicaba la magia y la hechicería. El culto al emperador tenía muchos seguidores. Esta ciudad era un importante centro cultural, comercial y religioso.

Esta condición de centro atraía mucha gente a la ciudad. Entre ellos estaban los cristianos. Éfeso era la comunidad del discípulo amado y cuna del evangelio de Juan.

Con la llegada y presencia del cristianismo en la región, los artesanos, productores/ fabricantes de estatuas de la diosa Diana, los adoradores de los cultos de la fertilidad y del emperador y de otros dioses, sintieron el impacto de la predicación cristiana y defendieron sus intereses. Tal vez sean estos los que persiguen a Pablo y sus compañeros (Hch 19,24-40). Por la carta sabemos que la comunidad actuaba bastante, tal como lo sostiene Juan cuando afirma: ‘ustedes abandonaron su primer amor’, o sea que dejó de ser fiel. En la comunidad se destaca como favorable el rechazo a los falsos apóstoles (2,2), así como el rechazo a los nicolaitas, lo que Juan también hacía (2,6).

¿Quién fundó la comunidad cristiana o a partir de cuándo hay presencia cristiana en Éfeso? No lo sabemos. Pasarán por allí Aquila y Prisca, el apóstol Pablo, Apolo, el predicador. Por el relato de Hechos sabemos que Pablo pasó por Éfeso en su segundo viaje (Hch 18,19-21). También en su tercer viaje (Hch 19,1-20) estuvo allí por tres años.

Esmirna era una ciudad portuaria, junto al mar Ageo, 50 kilómetros al norte de Éfeso. Era puerto rival de Éfeso . La comunidad estaba en una situación de persecución, de indigencia, de hostilidad que provenía de los judíos. Fue construida y fortificada por Alejandro Magno. Llegó a ser un importante puerto y un centro comercial rico, entre Éfeso y Pérgamo. Su principal divinidad era el dios Cibeles un tipo de patrón de la ciudad. En el 133, Esmirna cayó bajo el control de Roma, sin embargo mantuvo su estatus de “ciudad libre”. En el 60 a.C. pasó a ser parte de la provincia romana de Asia. Junto a Éfeso y Pérgamo, era el centro de irradiación del culto imperial. En el 95 a.C. fue construido un templo dedicado a la diosa Roma. En el 26 d.C. fue construido un nuevo templo, dedicado al emperador Tiberio y al senado romano. Por su fidelidad a Roma, era llamada la “ciudad fiel”.

Ésta es una ciudad que recibe elogios, incluyendo los escritos del obispo Ignacio de Antioquia, quien escribió, alrededor del 110 d.C. Esta comunidad también era conocida por su fidelidad a la Palabra de Dios. Como Esmirna era ciudad fiel al imperio pero también era fiel a la Palabra, fue perseguida a causa de ello. Jesús le promete una corona, porque la ciudad es comparada con una corona. La corona de la vida será dada a los que fueron fieles en la tribulación, que duró diez días. Es decir fue poco tiempo. La corona es el símbolo de los vencedores, como hoy sería la medalla de oro. Este lenguaje está inserto en la tradición de los juegos olímpicos, que se realizaban en el imperio cada cuatro años. Esta era una comunidad que vivía en la tribulación, perseguida por el imperio (v. 10), débil y pobre. Por esta causa recibió el mensaje de Jesús: ¡no tengas miedo! Ese era el mensaje que Juan debía transmitir a la comunidad. La pobreza de la comunidad era comparada con la indigencia (v. 9).

Pérgamo era una ciudad antigua, capital del reino de Misia; construida alrededor de una montaña. La arquitectura de sus templos era célebre. La comunidad tenía su sede en el mismo lugar donde estaba el trono de Satanás . Esta ciudad fue el centro del culto imperial . El templo de Zeus de destacaba en el centro de la ciudad y era la principal divinidad de la religión griega. El altar del templo era de mármol con ribetes de oro. A esto es lo que autor del Apocalipsis llama el “trono de Satanás”: “sé donde moras y sé donde está el trono de Satanás” (2,13).
Ésta era una ciudad/centro de arte y de ciencia, famosa por la manufactura del cuero de oveja, trabajado y preparado para la escritura. Allí se fabricaba el pergamino que era, a su vez, el principal ingreso económico de la ciudad.

En el 133 a.C., el rey de Pérgamo entregó su imperio a Roma. Como ya era la capital del antiguo reino, pasó a ser también la capital de la nueva provincia romana de Asia. Allí estaba por sede la residencia del procónsul romano. El emperador Augusto mandó a construir un templo dedicado a la diosa Roma y al propio emperador. En los tribunales y en los banquetes oficiales, se usaba una piedrita blanca como señal de inocencia, de convite o de premio (2,17). En esta ciudad vivía una importante colonia judía.
La comunidad se vio invadida por la propaganda del imperio. Una de las propagandas tenía que ver con la carne sacrificada a los ídolos. Esto era todo un estilo de vida. La carne sacrificada a los ídolos era un tema tan difundido, que cuando alguien visitaba a una autoridad, en las fiestas públicas, etc. había sacrificios a las divinidades de la ciudad y del imperio, y a veces se distribuía parte de la carne de los sacrificios a las divinidades entre el pueblo. La cuestión era que para algunos cristianos no era prohibido comer esta carne, pero para otros sí lo era (1Cor 8-10). Este era un conflicto muy serio y común en las comunidades de Pérgamo (2,14) y Tiatira (2,20). Entre los propios cristianos había grupos que se dejaban seducir por la propaganda. Para los grupos de Balaam y Jezabel, un poco de participación en estas fiestas no significaba renunciar a la fe en Jesús. El problema era que, por medio de esta comprensión, se divinizaba al emperador, y la religión del imperio era usada como elemento de unidad “nacional”, No sabemos cuando surgió la comunidad cristiana en la ciudad. Probablemente ocurrió durante los tres años que Pablo estuvo en la ciudad de Éfeso (Hch 19,8-10) y, de allí, la predicación llegó a Pérgamo. O talvez llegó a través de los/as misioneros/as anónimos que predicaban el evangelio por las ciudades y aldeas del imperio.

Tiatira era una ciudad pequeña, poco importante desde el punto de vista administrativo. La comunidad está llena de buenas obras, pero ha dejado actuar a Jezabel. Éste era un centro comercial e industrial. Su principal actividad era la elaboración de tejidos. Recordemos, a modo de ejemplo, que Lidia, de la comunidad de Filipos, era una de esas comerciantes (Hch 16,14). Ella trabajaba con un tejido llamado ‘púrpura’. También existían en la ciudad industrias de metales y de bronce.
Aquí, la divinidad principal era Apolo, el dios del sol. El culto imperial también estaba presente en la ciudad. El mayor llamado de la carta es a tomar una postura contra la prostitución y el adulterio, esto con relación al imperio.

Nuevamente aparece el tema de la carne sacrificada a los dioses. Como ya fue dicho, la carne distribuida en las fiestas y vendida en las carnicerías, en gran parte, venía de los templos. Para muchos cristianos esa carne ya no podía ser consumida por ellos. Pero, de hecho, eso también se hacía en el templo de Jerusalén. Para otros, esta carne, después del rito, era como cualquier otra carne y podía ser consumida. Estas dos posturas llevaban a los/as cristianos/as a largas discusiones. Para algunos, comer de esa carne era una prostitución, y para otros era un adulterio. Si la relación del pueblo con Dios era la de un matrimonio, la prostitución y el adulterio eran prácticas condenadas. Jezabel, según el propio texto, era una profetisa que llevaba a las comunidades a conocer las profundidades de Satanás (Ap 2,24). El texto no dice en que consistía su enseñanza. Jezabel, en el AT estaba casada con Acab, rey de Israel. Ella ayudó a divulgar la religión de Baal y también se enfrentó al profeta Elías, quien la derrotó.
La comunidad pasaba por momentos difíciles, había estilos y tensiones internas. A causa de ello, había también muchas posibilidades de “servir” a algún dios. ¡Y dioses era lo que no faltaba en la ciudad!
No sabemos cómo llegó el cristianismo a la ciudad, quizá fue por medio de los tejedores, entre ellos el mismo Pablo, que era un tejedor (Hch 18,3).

Sardes era una ciudad que vivía de las glorias del pasado. La comunidad estaba viva apenas por el nombre, pues en la práctica estaba muerta . Había sido la capital del reino de Lidia. Probablemente, las primeras monedas surgieron en Sardes, mandadas a acuñar por el rey Creso, en el siglo VI a.C. la ciudad fue invadida varias veces, y también conquistada varias veces.

Éste era un importante centro productor de lana, pues tenía una industria textil. Destruida por un terremoto en el año 17 d.C., fue reconstruida por el emperador Tiberio. A causa de ello, la ciudad adoptó el culto imperial con un templo dedicado al emperador. Aquí vivía una de las más antiguas colonias de judíos. La sinagoga de Sardes fue construida en la época del dominio persa, en el siglo V a.C. En esta ciudad fue donde los judíos conquistaron gran parte de sus derechos, dentro de la convivencia con la polis griega.
La situación de la comunidad es que ellos pensaban que eran alguien, pero según la carta, ¡no son nada! Se mantienen y viven de las apariencias, pensaban que estaban vivos, sin embargo ¡estaban muertos!

Filadelfia era una pequeña ciudad, próxima a la entrada que unía Sardes con Colosas. Era la más nueva de todas; muchas veces fue destruida por terremotos . Fue fundada por Átalo Filadelfo, rey de Pérgamo, alrededor del 140 a.C. Estaba ubicada en una planicie fértil. Era un importante centro agrícola y sus productos eran exportadosa otras ciudades. La ciudad tenía muchos templos. Como en las otras ciudades, aquí también había un templo para el culto imperial. Tiberio y Calígula fueron adorados como dioses. Aquí aparece el conflicto entre judíos fariseos y judíos cristianos. Era un conflicto que se abonó después de la destrucción del templo, del fortalecimiento del judaísmo rabínico, el crecimiento del cristianismo y la expulsión de éstos de las sinagogas.
Este conflicto ya se menciona en otras dos cartas (Ap 2,9; 3,9). No sabemos sobre el origen ni la historia de la fundación de la comunidad de Filadelfia.

Laodicea era una ciudad importante, que fue fundada en el año 250 a.C., por Antioco II, rey de Antioquia. Probablemente era la ciudad más rica de la región, conocida por sus bancos y sus industrias de lino y de algodón . A pesar da su riqueza, no había nada de bueno en esta comunidad.
Vivía de la industria del tejido especial, hecho de lana negra. Su principal característica era tener una fábrica de medicinas. Para ello, mucho ayudaban las aguas termales que existían en la región. Era también un centro oftalmológico que producía colirios. Recibía a personas ricas que venían para tratarse de alguna dolencia. En el año 61 a.C., la ciudad fue destruida por un terremoto, pero se negó a recibir la ayuda ofrecida por el senado romano . Era una comunidad cubierta en oro, ropas, colirios y pomadas para los ojos .

Por ser rica y famosa se consideraba superior a las otras ciudades del imperio. Y, según el texto, era infeliz, miserable, pobre, ciega y desnuda . Una vez más, no sabemos cuando surgió la comunidad de los cristianos/as en la ciudad.

Resumiendo

Hablar de las comunidades del Apocalipsis, como comunidades proféticas, de resistencia y martirio, es hablar de una realidad social, política, económica y religiosa adversa en todos los sentidos. Las comunidades, mejor dicho los cristianos y cristianas que se aventuraron por el Asia Menor, enfrentaron varios conflictos. De las presentaciones de las comunidades, por lo menos, destacamos los siguientes: 1) La fuerte presencia del culto imperial; 2) Los muchos templos y, por lo tanto, las muchas religiones presentes en la región; 3) La fuerte presencia de predicadores/as y doctrinas que atacaban la misión del cristianismo e invadían las comunidades; 4) La rivalidad entre grupos que se infiltraban en las comunidades con fines proselitistas; 5) La tentación de algunas comunidades de estar bien con el imperio (bestia) y con el resucitado (Cordero); 6) La soberbia de algunas comunidades con relación a sus hermanas más pobres o más simples y, 7) La dificultad de permanecer fiel al Cordero frente a las tentaciones presentes en la región. “¿Para que sufrir si podemos ser parte del mundo romano, de la pax romana?”. Al parecer, esta era la pregunta que rondaba en la cabeza de algunos líderes, probablemente cansados y desilusionado por el sufrimiento cotidiano que enfrentaban y vivían.

En esta situación de sufrimiento, Juan les escribe para alentarlos y darles coraje para resistir, para permanecer fieles al Cordero y para vivir una espiritualidad capaz de sobrevivir a la propuesta arrogante y totalitaria, representada por el imperio y sus colaboradores.

Juan convoca a las comunidades a la perseverancia, a soportar la aflicción, a pesar de no poder escapar de la prisión o a las privaciones en medio de la pobreza. Les motiva la necesidad de permanecer fieles, de servir al que está próximo, de estar vigilante, de ser testimonio fiel y verdadero. Los verbos utilizados por Juan apuntan a una situación de persecución, violencia y opresión. No es azar que sean utilizados en este momento. Otro aspecto de la invitación hecha por Juan está en sus palabras, que no hacen diferencia de raza, sexo o edad. Son palabras genéricas, inclusivas, usadas para alentar a las comunidades y a todas las personas que en ellas participaban, sean mujeres, hombres, jóvenes o ancianos.

Ser cristiano/a en la provincia de Asia Menor, en los primeros dos siglos de la Era Común, no era nada fácil, era una cuestión de conversión, firmeza, coraje y una buena dosis de resistencia.

El culto imperial romano

La idea de adorar a los emperadores no fue una creación romana. Es una herencia de la cultura griega, que a su vez la heredó de Oriente, donde los soberanos eran tenidos por hijos de los dioses. Por ello, los griegos consideraban que Alejandro Magno había sido enviado por los dioses con la misión de traer la paz y de reconciliar a los pueblos entre sí. La conquista de la paz pasaba por el reconocimiento y aceptación del modelo griego, impuesto por el emperador a todos los pueblos. Para entender este aspecto es necesario destacar por lo menos cinco consecuencias de la declaración de Augusto (Octaviano) como divino: 1) Se debe entronizar una estatua del emperador en los altares de los templos; 2) El emperador personalmente se hace presente en el templo, con ocasión a un acto solemne hecho en su honor; 3) Los participante, corte imperial y pueblos vasallos, aclaman al soberano como señor (kyrios), al tiempo que le agradecen por su protección y se someten a sus órdenes; 4) Ofrecen sacrificios y presentan ofrendas en el altar del soberano, por su condición de dios entronizado y, 5) periódicamente debían ofrecer un culto de adoración al emperador dios .

Esta imposición romana atacaba profundamente las raíces monoteístas judías y contrastaba de frente con los principios cristianos que reconocían únicamente a Jesús como Señor (kyrios) y Salvador (sotér). Fuera de esto, no reconocían ni ofrecían culto, ni hacían ofrendas a cualquier otro dios.
Aceptar que el emperador era divino implicaba someterse a su gobierno sin cuestionar el modelo, puesto que él era divino. Cuestión esta, que los cristianos no aceptaban. La proliferación del culto imperial romano era, sobre todo, un maquillaje religioso con fines políticos; era el justificativo religioso a un modelo político, inventado y sustentado por el propio imperio.
Esta pretensión romana contrastaba fuertemente con la gran masa de cristianos/as que, por no someterse a esta exigencia, sufrieron el martirio. “Después vi una multitud enorme, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo o lengua: estaban delante del trono del Cordero, vestidos con ropa blanca y con palmas en las manos. Gritaban con voz potente: la victoria a nuestro Dios, sentado en el trono, y al Cordero… amén, honor y gloria”.

Las mujeres, su contribución y presencia en las comunidades del Apocalipsis

Aunque pocas veces se habla directamente de las mujeres, en el libro del Apocalipsis, cuando se lo hace (Ap 12 y 21,2) es por medio de una metáfora donde se describe a la mujer en estado de embarazo o vestida de novia. En el capítulo 2, se dice que Jezabel era una mujer que se movía por las comunidades, que era profetisa y que prostituía a los siervos del Señor. Sobre la comprensión que el cristianismo ha hecho de la figura de Jezabel, hay una tendencia en la lectura que la destaca como alguien que prostituye a los seguidores del Cordero, o ella misma es presentada como una prostituta. El texto, sin embargo, no se refiere a la prostitución sexual, sino a una prostitución religiosa. El texto también destaca que entre los grupos presentes en las comunidades, tales como los balaamitas, nicolaitas, estaba el grupo de Jezabel. Ella es una líder fuerte y actuante en medio de las comunidades. Otra cuestión distinta es querer mantener una lectura, muy básica y tendenciosa, que identifica la acción de Jezabel como la de una verdadera prostituta. El texto no dice eso. En el caso de Jezabel, hay que mirar el texto desde una perspectiva religiosa y no sexual (carnal). Me refiero a religiosa en la perspectiva de las enseñanzas de los nicolaitas, que también intentaban introducir en las comunidades otras enseñanzas, contrarias a los principios enseñados por los seguidores del Cordero. Por otro lado, justificarse con Jezabel para atribuir a las mujeres de todos los tiempos una fama de prostitutas, y por eso condenarlas, no es sustentable a partir del texto.

Incluso con toda esta discusión abierta, y sabiendo que hay mucho campo al frente, creemos que hubo presencia y contribución de las mujeres en todas las comunidades. Probablemente por cuestiones de supervivencia, de estrategias o por influencia de la cultura patriarcal, las mujeres no son individualizadas, descritas por sus nombres. De hecho, casi nadie tiene nombre en el Apocalipsis, excepto Juan que está preso en la isla de Patmos, Antipas, asesinado por causa del evangelio, Balac y Jezabel, llamada la profetisa. Pero, aún hay otros aspectos que deben ser destacados y esto viene en una lectura inclusiva, o sea cuando el texto habla de los mártires, de la masa de testigos que estaban delante del Cordero, de los que lavaron sus vestidos, debemos ver en estos textos la presencia de hombres y de mujeres, en el mismo nivel, en el mismo terreno. Nada impide que haya mártires mujeres, mujeres testigos o mujeres que adoraban al Cordero; nada impide que ellas hayan permanecido firmes y fuertes en su fe, y perseverantes frente a la persecución y violencia del imperio. No hay porqué aceptar que en las comunidades paulinas y en las comunidades del discípulo amado haya habido mujeres, y que no haya ocurrido lo mismo en las comunidades del Apocalipsis.

¿Se pudiera pensar en Jezabel como representante o defensora de la propuesta del imperio o del imperio mismo? ¿Por qué cuando se trata de los falsos apóstoles o de los falsos maestros, con sustantivos masculinos, son omitidos los nombres, y cuando se trata de una profetisa su nombre es descrito en medio del texto?

A modo de conclusión

Las comunidades del Apocalipsis son una reflexión vívida de la presencia del cristianismo en un medio urbano, en continuidad con las comunidades de Antioquia, Corinto y Tesalónica, entre otras. Ellas abrirán paso, en medio de un mundo hostil, violento y arrogante. Es también el testimonio de hombres y mujeres que se aventuraron en esa región del imperio romano, que ofrecía nuevas alternativas de vida o de misión, así como en las grandes urbes latinoamericanas de hoy. Son comunidades que por la situación de crisis social desarrollan una fuerte mística de resistencia y luchan por una nueva sociedad. Muchos, hoy, encontramos en estos dos capítulos, principalmente, unmodus vivendi del así llamado cristianismo apocalíptico, que nace, crece y se desarrolla en un contexto específico. En esas comunidades, de la llamada época sub-apostólica, se refleja las tentativas de institucionalización de la iglesia. Probablemente, el tratamiento que se da a Jezabel puede reflejar el intento, a la usanza de las cartas pastorales, de excluir a la mujer de la vida de la iglesia y más específicamente de un tipo de liderazgo fuerte y presente en medio de las comunidades. Por otro lado, el modelo de la pax romana, interesado en la imposición del culto imperial romano, debe ser entendido como un intento de legitimar religiosamente el proyecto del imperio, que ve en la religión un fuerte mecanismo de opresión.

Una perspectiva interesante de lectura de estos capítulos es aquella que parte del principio de igualdad y búsqueda conjunta se superación de situaciones de persecución que afectan a todas las personas que participan de este proyecto. Excluir un sector o satanizarlo o prostituirlo cae en el juego de los poderosos y de los violentos. El imperio romano y los imperios modernos, que también se valen de pseudas religiones y actúan como dioses violentos y poderosos, son los enemigos históricos de las comunidades cristianas, las cuales son servidoras y proclamadoras del evangelio y de la paz. Ellas resisten con coraje los embates del imperio y juntas buscan caminos de supervivencia y de solidaridad. Así, nuestras comunidades son como las comunidades del Apocalipsis: perseguidas y violentadas por la modernidad y por los intereses de los grupos que están en las esferas del poder. A todas ellas, el Cordero les dice: “no tengan miedo”.

Daniel Godoy Fernández
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Muy interesante es el trabajo de Eduardo Arens, Ásia Menor nos tempos de Paulo, Lucas e João - Aspectos sociais e econômicos para a compreensão do Novo Testamento, São Paulo: Paulus, 1997, p. 55ss.
Cf. Eduardo Arens y Manuel Díaz Mateos, O Apocalipse a força da esperança - Estudo, leitura e comentário, São Paulo: Loyola, 2004, p. 139.
Como no estamos tratando el tema de la estructura del libro del Apocalipsis, recomendamos a lectura del artículo de José Adriano Filho, en Ribla, Quito, n. 34, de 1999, p. 7-29, titulado “El Apocalipsis de Juan como relato de una experiencia visionaria - Anotaciones en torno a la estructura del libro”.
Destaco la propuesta de José Bortolini (Como ler o Apocalipse - Resistir e denunciar, São Paulo, Paulus, 1994, p. 30 [190 p.] [Como leer la Biblia]) que organiza las comunidades en paralelo, destacando la comunidad de Tiatira en el centro, cuya característica principal es que esa comunidad tenía la profecía como parte de su identidad. Es la comunidad profética. Las comunidades de Éfeso y Laodicea habían perdido la resistencia, el primer amor, por lo tanto eran indiferentes al amor (ágape); a su vez, las comunidades de Esmirna y Filadelfia eran las comunidades indigentes, fraternas, que no tenían nada de negativo. Finalmente, están las comunidades de Pérgamo y Sardes. La de Pérgamo mantuvo la resistencia contra el sistema y la de Sardes fue engullida por el sistema. La propuesta de Carlos Mesters y de Francisco Orofino (Apocalipse de São João – A teimosia da fé dos pequenos, Petrópolis, Vozes, 2002, 388 p.) está organizada a partir de dos ejes, destacándose a las comunidades sin crítica, que son las de Esmirna y Filadelfia, y las comunidades sin elogios que son las de Laodicea y Sardes.
Algunos elementos o tópicos que pueden ser tomados en consideración para el estudio de estos capítulos, surgen de las siguientes preguntas hechas al texto: ¿Quién es el destinatario y quién las remite? ¿Cuál es el elogio que la comunidad recibe? ¿Cuál es la crítica? ¿Se puede incluir alguna apelación; alguna recomendación?; ¿se puede percibir alguna advertencia o alguna promesa?
En esta parte tenemos, siguiendo entre otros autores, a los siguientes: Eugênio Corsini, O Apocalipse de São João, São Paulo: Edições Paulinas, 1984, (Grande Comentário Bíblico); Pablo Richard, Apocalipse – Reconstrução da esperança, Petrópolis: Vozes, 1999; Carlos Mesters, Esperança de um povo que luta – O Apocalipse de São João: uma chave de leitura, São Paulo: Paulus, s.d; José Bortolini, Como ler o Apocalipse – Resistir e denunciar, São Paulo: Editora Paulus, 1994 (Como Ler a Bíblia); Juan Stam, Apocalipse vol.1, 1-5; Buenos Aires: Kairós, 1999 (Comentario Bíblico Ibero-americano); Dicionário bíblico universal, São Paulo/Aparecida: Vozes/Santuário, 1997.
Los nocolaitas eran un grupo que negaba la encarnación de Cristo. Probablemente el autor se está refiriendo a un grupo de falsos apóstoles que regaban ideas extrañas. Tal vez estuviesen ligados a alguna corriente de gnosticismo,que predicaba la salvación por el conocimiento. Afirmaban que Cristo no había venido de la carne. Para ellos, Jesús fue Dios hasta poco antes de morir. En la hora de la muerte, Dios lo habría abandonado. Por ello, quien murió no era el Hijo de Dios, sino un hombre común. Esta corriente habría surgido al inicio del siglo primero d.C. y sería una especie de eclectismo filosófico-religioso que intentaba unir todas las religiones y explicar el sentido más profundo, a través del conocimiento. En el libro del Apocalipsis, varias veces es mencionado este grupo: en 2,6 en la comunidad de Éfeso y en 2,15 en la comunidad de Pérgamo. Probablemente surgió de la propuesta del helenista Nicolás, mencionado en Hch 6,5. Pablo rechazó este grupo (1Cor 1,17). Para los gnósticos, la cruz no tenía valor. Por lo tanto, este grupo desconoce el sacrificio de Jesús en la Cruz.
Pablo Richard, Apocalipse – Reconstrução da esperança, p. 99.
Juan Stam, Apocalipse, p. 87.
Juan Stam, Apocalipse, p. 87.
Cf. José Bortolini, Como ler o Apocalipse, p. 31.
Cf. Pablo Richard, Apocalipse – Reconstrução da esperança, p. 103, Véase también Juan Stam, Apocalipse, p.95.
Carlos Mesters y Francisco Orofino, Apocalipse de São João, p. 39.
Se puede indicar el trono del emperador. Esto, porque en esta ciudad fue construido un famoso templo dedicado a César, localizado en una alta colina. La ciudad era famosa por la devoción al culto de Augusto César y de la diosa Roma. Tal vez esta haya sido una de las causas de la muerte de Antipas.
Pablo Richard, Apocalipse – Reconstrução da esperança, p. 104.
Pablo Richard, Apocalipse – Reconstrução da esperança, p. 107.
Pablo Richard, Apocalipse – Reconstrução da esperança, p. 109.
Pablo Richard, Apocalipse – Reconstrução da esperança, p. 112.
José Bortolini, Como ler o Apocalipse, p. 45.
George Ladd, Apocalipse introdução e comentário, São Paulo: Sociedade Religiosa Vida Nova, 1980, p. 29-54; este autor ofrece un breve resumen de las cartas, su contenido y algunos elementos a considerarse para su lectura. Véase también a José Bortolini, Como ler o Apocalipse, p. 30-47; Ugo Vanni, “Estrutura do Apocalipse”, en Revista de Cultura Bíblica, São Paulo: Loyola, vol. 22, n. 91/92, 1999, p. 63-67 y Pedro Américo Maia, “Apocalipse”, en Revista de Cultura Bíblica, São Paulo: Loyola, vol. 22, n. 91/92, 1999, p. 68-84.
José Bortolini, Como ler o Apocalipse, p. 46.
Confróntese la información detallada sobre el tema en J. Leipoldt y W. Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento, Madrid: Cristiandad, vol.1, 1973, p. 141-158

Artículo publicado originalmente en la Revista RIBLA N° 59

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